Ponle música a tu vida

Cada uno de nosotros somos una parte esencial en la orquesta del universo, todos, absolutamente todos estamos conectados en un mismo ritmo constante, fuerte y que da vida. Efectivamente, estoy hablando del instrumento musical más importante que tenemos los seres humanos, es decir, el corazón, ese instrumento musical que genera el ritmo bendito que nos deja saber que estamos vivos, que estamos enamorados, angustiados, enojados o simplemente tranquilos y que nos conecta en un solo latido con nuestro creador.

Al igual que dentro de nuestro organismo hay una tremenda orquesta que no para de tocar las mejores melodías, externamente los seres humanos estamos todo el tiempo expuestos a vibraciones acústicas que son convertidas en impulsos nerviosos y que nuestro cerebro interpreta como música. Estas vibraciones tendrán un impacto importante en nuestra forma de pensar, sentir, amar y hasta en la forma en como nos conectamos espiritualmente.

Escuchar música placentera libera endorfina, hormona conocida como la hormona de la felicidad, la cual nos hace sentirnos calmados, con una sensación de bienestar, nos hace sentir de mejor humor, los dolores se van, además que retrasa por mucho el proceso de envejecimiento, fortalece en gran manera nuestro sistema inmunitario, ayuda a reducir los niveles de cortisol (hormona del estrés), nivela los niveles de presión sanguínea, nos hace sentir optimistas, etcétera.

Y todo esto pasa con tan solo escuchar la música adecuada y cuando digo adecuada me refiero a la música con la que cada uno se sienta bien, al final, la respuesta que tendremos ante los estímulos sonoros dependerá en mayor grado por nuestra herencia genética, por los acontecimientos que hemos vivido, por nuestro entorno, nuestros recuerdos, nuestra personalidad y gustos específicos. Sin embargo los efectos que tiene la música tanto en nuestra sociedad como en nuestro organismo es algo que se sabe desde hace millones de años atrás.

Hay registros claros que nos dejan saber que los neandertales no solo tarareaban lo que podrían ser algunas melodías, sino que sabían perfectamente bien que hacerlo; esto los unía como grupo y por lo tanto establecían y fortalecían sus vínculos. Lo cual es bastante lógico si tomamos en cuenta que cuando escuchamos música, además de liberar endorfinas también liberamos oxitocina que es la hormona del apego y responsable de la manera en cómo socializamos.

Por lo tanto, cuando escuchamos música en grupo no solo estamos generando unión y fortaleciendo vínculos, sino que estamos creando un ambiente de felicidad lo cual tendrá un efecto sanador en nuestro cuerpo, o por lo menos así lo deja ver la Cimática, ciencia que demuestra que las ondas del sonido se pueden ver a través de las ondas que se dibujan en ciertos materiales y que no por casualidad son idénticos a muchas formas que podemos encontrar en la naturaleza, con que se demuestra que las ondas o vibraciones invisibles del sonido tienen la capacidad de cambiar la materia.

Teniendo  esto  en  cuenta, imagínate lo que las ondas de tu voz le puede hacer a tu propio organismo, utilízala a tu favor, bendícete todo el tiempo, repítete lo grandioso que eres y que puedes llegar a ser, pero sobre todo comparte tu voz con los demás, creando una música sanadora para aquellos que te escuchan; baila, canta, haz que tus palabras cobren vida, tienes el poder de materializar lo invisible y utilizarlo a tu favor, y por supuesto, no olvides que el silencio también es parte de la música, en la cual tienes la oportunidad de relajar tu corazón y conectarte con tu yo interior.

¿No es fascinante lo que la música puede hacer por nosotros?

Artículo por: Psic. Iván O’Farrell

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